22 de febrero de 2011

Pastillas para no soñar: Los labios (2010)

Tres asistentas sociales argentinas (las actrices Eva Bianco, Victoria Raposo y Adela Sánchez) hacen un viaje al caluroso interior de su país, para recoger datos y dar cuenta de la situación que atraviesan los sectores menos atendidos. Lo interesante de esta película -dirigida por Iván Fund y Santiago Loza- radica en ese juego de ficción (los roles que interpretan estas actrices) que lidia con el registro documental (los testimonios reales de familias con problemas económicos y de salud). Es por ello que el filme siempre se enfrenta al misterio, a lo inesperado, al posible drama tras cada puerta que tocan estas trabajadoras estatales. Niños enfermos, padres desempleados o mal pagados, familias que se alimentan de forma exigua, son captados por un lente que no acentúa la tristeza o da pie al camino fácil del miserabilismo, a pesar de su tono de reportaje de denuncia.

Sin embargo, el misterio no solo se guarda hacia esas situaciones verídicas -a todas luces imprevisibles-, sino que halla su cuota en estas mujeres que hacen labor social y su interactuar cotidiano. Sus silencios, gestos incómodos, llantos solitarios, y la lucha con un sueño que no concilian, son expuestos sin conclusiones, dejando su origen o sus razones a la elucubración del espectador. Así, el derrotero que seguirán estas asistentas sociales termina siendo tan incierto como el futuro que les espera a quienes vimos entrevistados por ellas.

Pastillas para no soñar: Viajo porque necesito, vuelvo porque te amo (2009)

Viajo porque necesito, vuelvo porque te amo (2009), dirigida por Karim Ainouz y Marcelo Gomes es una cinta brasileña construida con todos los formatos a mano, desde el profesional hasta el casero, pasando por los celulares y las cámaras fotográficas. El título del filme proviene de un graffiti con el que se topa el protagonista-narrador en una parada de su travesía por el nordeste brasileño. La frase se convertirá en su mantra, en su predicamento recurrente y preferido para evocar el amor de una mujer que dejó el hogar y que aún lo atrapa desde sus recuerdos.

Esta suerte de bitácora desgarrada y, a la vez, contenida, se va desgajando de a pocos en su emotividad. Entre los análisis de suelo -que realiza sin mucho entusiasmo pese a su profesión de geólogo- el protagonista devela los detalles de una vida en común que ya no existe, pero que añora y necesita. Las confesiones también se mezclan en sus ocasionales encuentros con las mujeres que recoge en la carretera -que no lo defraudan nunca al entregarle sonrisas y caricias en los momentos precisos. El viajero da cuenta de sus cuerpos y movimientos, así como busca, en ellas, esas historias que las saque del anonimato y las haga permanecer en su memoria. Viajo porque necesito, vuelvo porque te amo es una película que escarba en lo sentimental y logra su objetivo: la voz del geólogo y la música de su auto aún resuena en mis oídos.