30 de noviembre de 2007

Almodovar Director y Cinéfilo (I)

Hace un tiempo encontré este artículo en el que Pedro Almodóvar habla de sus películas y las referencias utilizadas en ellas, texto con el que demuestra que es un cinéfilo a tiempo completo. El artículo lleva por nombre “El Cine por Asalto” y fue publicado en la web del diario argentino Página 12 (www.pagina12.com.ar). Aquí va la primera parte:

Mis películas están colmadas de películas. Siempre hay un televisor donde pasan una, o un cine donde encontrar a mis personajes. Todas las películas que aparecen en las mías son meticulosamente elegidas, forman parte de la escenografía y juegan un rol activo. Mis pequeños robos no son meros homenajes a sus realizadores: me apropio de sus obras en beneficio de la historia que quiero contar.

Cuando voy al cine a ver una película que me interesa, sus imágenes se convierten en parte de mi vida, de mi experiencia, aun cuando yo no haya sido más que un simple espectador. Esta carta blanca hace la presentación de todas las películas que aparecen en las mías y explica las razones por las cuales las seleccioné. También hay algunas que tienen estrecha relación con mi filmografía, o que me sirvieron de referencia al momento de escribirlas o de rodarlas. Finalmente, hay otras que fueron escogidas simplemente porque adoraría verlas una y otra vez.

1) PEPI, LUCI, BOM Y OTRAS CHICAS DEL MONTÓN

Pink Flamingos (John Waters)
Para mí, es la mejor película de Waters. Y Pepi..., al igual que Pink..., es una película sin presupuesto, muy under en su acepción más exacta, y en la que lo desagradable es una cualidad sumamente presente. Pepi... estuvo muy influenciada por el movimiento pop americano de finales de los ‘70, por Warhol, Morrissey y Waters. En ese universo que era casi como un basural, la falta de presupuesto, así como las peculiaridades de los que encarnaban los distintos personajes, la mezcla de glamour y de miseria, de alegría de vivir y de espíritu suicida, produjeron obras muy vivas, extremadamente libres, abriendo camino a una inspiración que, años más tarde, los más jóvenes desarrollarían en la música. Pink Flamingos, por ejemplo, es una película que estuvo a la vanguardia del punk de ese entonces, imponiendo su estética y buena parte de su ideología.

Céline y Julie van en barco (Jacques Rivette)

Esta es una película sumergida en una atmósfera femenina, una suerte de historieta donde el azar es la lógica de la narración. La vi hace mucho tiempo y guardo un recuerdo no muy preciso. Pero intuitivamente la asocio con Pepi..., en donde la narración reemplaza a la historieta urbana y los personajes son trabajados como estereotipos.

2) LABERINTO DE PASIONES

Medianoche (Mitchell Leisen)

La verdad, el único punto de unión con Laberinto... es que las dos son comedias. Pero la película de Leisen es una perfecta ilustración de la screwball comedy. El mejor antídoto contra el aburrimiento.

¿Quién eres tú, Polly Magoo? (William Klein)

Así como podemos hacer una conexión entre Pepi... y el movimiento pop norteamericano en su versión más basura, Laberinto... encuentra sus raíces en el movimiento pop inglés de los años ‘60, los películas de Richard Lester con o sin Los Beatles, películas más ligeras y decorativas...

Polly Magoo es la quintaesencia del movimiento pop con una toma de conciencia. Es un universo complejo y muy visual que se coloca bajo una luz, la de la moda, en un momento en el que la moda era considerada una verdadera revolución. Polly Magoo es uno de esos raros retratos que existen sobre el mundo de la moda, su belleza, su fatuidad, su delirio, su comercio, su snobismo y la ingenuidad de las modelos. Ni siquiera es necesario verla entera para apreciarla. La fotografía en blanco y negro es impresionante: es todo menos banal. No por nada su realizador, William Klein, es un gran fotógrafo. Para mí, la película tiene un gran valor sentimental (sin hablar de la admiración que siento frente a la imagen y al montaje visionario, mezcla de cine vérité y cuento de hadas). Polly Magoo es una de las primeras películas que he visto en su versión original, ya que en la España de esa época, finales de los ‘60, estábamos condenados a ver las películas en versión doblada, ardid mediante el cual era más fácil censurarlas.

3) ENTRE TINIEBLAS

Narciso negro (Michael Powell)

Powell, solo o con Pressaburger, es uno de mis maestros. Para todas mis películas le pido al director de fotografía que tome como referencia la iluminación y la paleta de colores de la fotografía de Jack Cardiff.

Esa mujer (Mario Camus, con Sara Montiel)

Las aventuras de una monja. Violada por los nativos de una misión en Africa, termina como cantante en peringundines de mala muerte antes de conocer la gloria como artista. Melodrama hiperbólico, lleno de canciones, antología del kitsch español, al servicio de Sara Montiel, la estrella más grande de nuestro cine entre los años ‘50 y ‘70.

4) ¿QUE HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?

Los sobornados (Fritz Lang)

Me inspiré en esa joyita de Fritz Lang, la más noir de las películas noir, para el borrador de ¿Qué hecho yo...?

La influencia se ve en la publicidad para café, cuando Cecilia Roth recibe en pleno rostro una taza de líquido hirviente (su amante solícito le trae una taza de café a la cama, trastabilla accidentalmente con una de sus zapatos y manda la bandeja al diablo). En ¿Qué hecho yo...? no es más que un chiste, una parodia sobre la publicidad que hace volar en pedazos los “momentos íntimos” de las parejas. En Los sobornados no sólo los hombres y las mujeres se arrojan cosas sino que se pasan el café hirviendo por la cara al solo efecto de quemar al otro.
No tengo palabras para expresar mi admiración por el Lang mudo, su período alemán, y el posterior en lengua inglesa. Los sobornados es una película para verla mil veces. Es violenta, sexy y oscura como el alquitrán.

Wanda (Barbara Loden)
Mi película y ésta de Barbara Loden son retratos de mujeres y madres de familia completamente disfuncionales. Wanda es una mujer desprovista de instinto maternal. Es muy original como idea el elegir una heroína con características tan negativas. Ella es una de las más precisas definiciones de “ama de casa blanca deleznable” y el más emocionante retrato de una mujer a la deriva. El estilo de Loden nos remite a Cassavetes, otro de los realizadores insignia para mí. Además, Loden estuvo casada con Elia Kazan y encarnó uno de los personajes más interesantes de Fiebre en la sangre, película que me marcó en mi infancia. Es ese personaje con el que yo más me identificaba: oveja negra de la familia, ninfómana, adicta al alcohol, vive asfixiada por una familia rica y llena de prejuicios. Barbara Loden fue la rebelde sin redención posible.

Por otra parte, cuando en ¿Qué hecho yo...? la abuela y el nieto van al cine, van a ver precisamente Fiebre en la sangre: sin que se vean las imágenes de la película, uno escucha la voz de Warren Beatty, doblada al español, contando las bondades de la vida rural.

Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti)

Oscura epopeya de una familia que emigra a la ciudad en busca de prosperidad, como mi propia familia, como la familia de ¿Qué hecho yo...?, su lucha por sobrevivir, una madre de coraje inmenso, etcétera. Me golpeó la belleza de todos los hermanos; el pelo suelto de Claudia Cardinale, tan libre; la bondad y la inocencia de Delon, en los antípodas de su rol en A pleno sol o en Le cercle rouge; la lascivia de Annie Girardot en miniatura y su fuerza trágica. Creo que una de las escenas más violentas que recuerdo de mi infancia es cuando Renato Salvatori la mata en el campo. Otra sensación que recuerdo fue descubrir que un hombre con todas las de la ley (Roger Hanin) se podía sentir atraído por jovencitos (hasta ese entonces no había visto más que curas con tales inclinaciones). En ese momento descubrí que los jóvenes varones podían comerciar con su cuerpo como lo hacían las chicas. Todo eso provocaba en mí, que al fin de cuentas no era otra cosa que un muchachito católico, una mezcla de miedo y fascinación.

Además, la música de Nino Rota es grandiosa. Tomé algunas cosas para Entre tinieblas.

5) MATADOR

Duelo al sol (King Vidor)

Un western expresionista y desmedido en el cual todos los actores ensamblan salvo Lillian Gish (la única que había actuado en películas mudas, condición que la excusaría en parte de haber incurrido en gestos desmesurados).

Durante la primera parte, la película roza todo el tiempo lo ridículo, y la salva únicamente una fotografía magnífica y los excesos de intriga que nos remiten a los melodramas del período mexicano de Buñuel.

En la segunda parte, la película se redime; es como si fuera necesario soportar esa primera parte exagerada y kitsch para poder alcanzar el auténtico drama que viven los personajes, víctimas de ellos mismos, todo dentro de una espiral trágica digna de las mejores tragedias.

En Matador se ven las últimas imágenes de Duelo al sol para ilustrar mi teoría según la cual el cine habla del futuro del que lo hace y no de su pasado: el abrazo final de Duelo que se ve anuncia el destino de los dos héroes de Matador.

La heroína (Asumpta Serna) huye del torero que la persigue refugiándose en un cine. El entra detrás. Los dos permanecen parados, como hipnotizados, contemplando las imágenes de la película que se proyecta. En la pantalla pasan Duelo al sol. La película llega a su fin como la vida de los dos héroes. Después de herirse de muerte, Jennifer Jones y Gregory Peck logran juntar sus últimas fuerzas para arrojarse el uno contra el otro y fundirse en un último abrazo mortal. Ese abrazo final anuncia el destino de los dos héroes de Matador, quienes en ese momento preciso contemplan hipnotizados su propio final en la pantalla.

Pandora (Albert Lewin)

Desde que ideé el guión quería que Matador escapara del realismo y que tuviera ese aire de leyenda que se desprende de Pandora, una fábula sobre la mortalidad y la belleza. Tuve que volver a verla. El recuerdo que guardo es el de una película extraña, intrincada, con imágenes surrealistas (y toreros), y con uno de los flashbacks más largos y audaces de la historia del cine. Un flashback como ése destruiría la unidad de narración de cualquier película, sin embargo en Pandora se integra sin perjudicar la obra. Hago referencia al momento en el que James Mason cuenta por qué lo llaman el “Holandés volador”. El público de gusto sofisticado y maneras refinadas apreció la película de Lewin. En cuanto a los otros, deberían tratar de ir a verla de todas maneras.

El verdugo (Luis García Berlanga)

Es la mejor película sobre la pena de muerte (producida en plena dictadura franquista), realizada con el humor negro y la ternura propia de uno de los dúos más fecundos y geniales del cine español de los años ‘60/’70: Berlanga y el escritor Rafael Azcona.
Además de Buñuel, Berlanga es el único realizador español al que le reconozco influencia en mi obra...

6) LA LEY DEL DESEO

In a Lonely Place (Nicholas Ray)

El lazo que la une con La ley... es que las dos películas cuentan, entre otras cosas, la historia de un guionista que comete un error, destruye lo que más ama y se da cuenta demasiado tarde.

Ray aborda en esta película noir (verdadera obra maestra) un tema muy original: la ternura de los violentos, su inocencia, aun cuando hagan gala de su brutalidad. Esa fatalidad indisociable de cada uno de sus actos que los condena a destruir lo que más aman es lo único de lo que disponen en la vida.

Tengo una especial debilidad por las películas donde se ve una máquina de escribir y un hombre inclinado sobre el teclado. Desde El almuerzo desnudo de Cronenberg, donde la máquina de escribir se parece a un culo, hasta aquella película de Vincente Minnelli donde Judy Holliday encarna a una telefonista encargada de despertar a los clientes que lo requieren, entre los que se encuentra un escritor (Dean Martin), más interesado por las jovencitas que por las teclas de su máquina de escribir. O Ricas y famosas (ambas versiones), Julia de Fred Zinnemann o Barton Fink de los hermanos Coen, por citar algunas.

El nudo de In a Lonely Place es la culpa y el pésimo carácter de un macho celoso. Cuando trata ambos aspectos, Nicholas Ray desborda de talento y de tristeza. La película también nos dice que el amor no alcanza para salvar a la persona que amamos. Ni siquiera Gloria Grahame lo consigue.

L’homme blessé (Patrice Chéreau)

Nuevamente “el deseo” como fuerza interior que domina completamente a las personas.La película de Chéreau merece verse aunque más no sea para admirar la mirada famosa, curiosa y afligida de Jean-Hughes Anglade, así como el indómito objeto de su deseo, el maravilloso Vittorio Mezzogiorno. La película ganó el César al mejor guión original, ignoro si se hizo de otros premios. No la tenía en mente cuando hice La ley del deseo, pero es evidente que hay un parecido entre los dos películas. Esa pietà final hecha por dos hombres casi desnudos... Ambas ilustran de manera remarcable a personajes condenados por la pasión, antes de la época del sida.

7) MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS

La voz humana (uno de los dos fragmentos de "L´Amore", de Roberto Rossellini, con Anna Magnani)
En la película anterior a Mujeres..., Carmen Maura interpretaba un fragmento de La voz humana de Cocteau. Como adoré esa escena, quise que la película siguiente fuera mi versión personal de La voz... Escribí una adaptación libre del monólogo, pero me vi forzado a estirarlo un poco (el texto de Cocteau no dura más que una media hora) y finalmente salió el guión de Mujeres... El monólogo de Cocteau había desaparecido, y apenas habían quedado algunos elementos: una mujer desesperada pendiente del teléfono y una valija llena de ropa del amante que no llama. Y la voz. En mi historia, ambos protagonistas son actores de doblaje.

Johnny Guitar (Nicholas Ray)

El personaje de Carmen Maura debe ir a doblar escenas de Johnny Guitar, ella es la voz de la terrible Viena (Joan Crawford) y él la de Johnny Logan (el tierno Sterling Hayden). Mi intención no era rendirle homenaje a esa obra maestra de Nicholas Ray (aunque se lo merece, pero los homenajes gratuitos sobrecargan la narración) sino la de apropiarme de uno de los diálogos más románticos escritos para cine. Las célebres líneas: “Miénteme y dime que me esperaste todos estos años... Dime que estarías muerto si yo no hubiera vuelto... Dime que todavía me amas como lo hago yo”...

Carmen debe grabar su parlamento sola, ya que Iván (su amante) dejó grabada su parte sin esperarla. Ella escucha en los audífonos el sonido de la voz de su antiguo amante que le dice que no la olvidó, que la ama tanto como ella a él. Pero ella sabe que no son más que palabras grabadas en una cinta y que Iván no se las dirá jamás personalmente.

Poco importa el género que aborde, Nicholas Ray es siempre original. En este western ejemplar, dos de las armas son empuñadas por mujeres locas de amor.

Mujeres (George Cukor)
No solamente por el título. Cukor es un genio en el tratamiento de los personajes femeninos. Mujeres es una comedia exquisita. Una comedia sobre los hombres y las mujeres en la que no aparece ningún hombre y las mujeres están a sus anchas. Todas las actrices están formidables. Un excelente ejemplo que muestra que la guerra de los sexos no termina necesariamente a los tiros.

8) ¡ÁTAME!

Horas desesperadas (William Wyler)

Durante la filmación de Mujeres... estuve tentado en varias tomas de mostrar que todo no era más que parte de un decorado. Las vistas de Madrid desde la terraza eran ampliaciones fotográficas. Fue la primera película para la que rodé las escenas principales en el estudio y estaba fascinado por todo esa parafernalia. Esta pasión no me abandonó jamás. Algunas veces, el caos de los técnicos, de las máquinas, de las luces y de los cables alrededor de un gran proyecto es más expresivo que el proyecto en sí mismo.

Por eso decidí escribir un guión que se desarrollara en el estudio. Podría colocar la cámara donde quisiera, podría mostrar la belleza del revés del decorado. Por esa época vi Horas desesperadas. Tres truhanes (Humphrey Bogart es el jefe) se escapan de prisión y se refugian en la casa de una familia de clase media. Toman de rehenes a todos los miembros de la familia. Fue lo que me dio la idea. En mi primer intento, tres delincuentes se evaden de prisión y llegan por casualidad a un estudio donde acaba de terminar una filmación. Por primera vez tienen una hermosa casa para ellos solos, aunque más no sea un decorado de cartón. Todo es falso, pero es una buena imitación. A la noche, el equipo en pleno se dispone a festejar el fin del rodaje. Los malhechores se ven obligados a secuestrar a todos los miembros del equipo. Como suele pasar en el proceso de escribir, después de haber desarrollado la primera idea, de los tres truhanes no quedó más que uno (Antonio Banderas), quien sale de un centro psiquiátrico y decide raptar a una joven con la que estuvo enredado algunos años antes.

El resultado es ¡Atame!, un cuento de hadas romántico sobre la dificultad que tienen las parejas en convivir.

Los usurpadores de cuerpos (Don Siegel)

Aparte de ciertos casos aislados (Blade Runner, Encuentro cercanos del tercer tipo, Alien, Terminator), las películas de ciencia ficción de clase B de los años ‘50 eran mucho más impresionantes y daban mucho más miedo que las de hoy en día, que rebosan de efectos especiales y están desprovistas de emoción.
En una escena de ¡Atame! se ve el afiche de The Body Snatchers. No está allí por casualidad. El personaje que interpreta Victoria Abril es una ex actriz porno adicta a la heroína. Antonio Banderas la toma de rehén en su propia casa al creer que le abría la puerta a su vecino. En ese momento, Victoria rueda su primera película no porno. El realizador (Francisco Rabal) está enamorado de ella. Por otra parte, en la película que están filmando hay una escena alegórica a una brutal farsa por la cual el director trata en la ficción de liberarla de su adicción.

En Los usurpadores... plantas extraterrestres toman posesión del cuerpo de seres humanos mientras duermen. Se apropian de todo, salvo de sus emociones. Los cuerpos, después de haber sido clonados por semillas gigantes, tienen la misma apariencia física que antes, pero desprovistos de alma. Esas plantas en principio invaden una región y amenazan naturalmente con invadir el mundo. Los usurpadores... representa para mí una metáfora evidente de la heroína. He visto a muchos drogadictos transformados en cuerpos sin alma, los ojos apagados, el rostro sin expresión, muertos vivos como los body snatchers.

9) TACONES LEJANOS

Imitación de la vida (Douglas Sirk, con Lana Turner)

Historia de madres e hijas, blancas y de color. Hay mucho de la vida de Lana en la película, una madre y su hija que se disputan el mismo hombre, etcétera. El melodrama elegante es un género que me fascina. Marisa Paredes es una réplica de Lana Turner a mi manera. Douglas Sirk es otro de los realizadores que considero esenciales.

Sonata otoñal (Ingmar Bergman)

Victoria Abril está en prisión acusada de la muerte de su marido, amante también de su madre, diva de la canción. Cuando ésta última la visita y le pregunta por qué lo había hecho, Victoria usa una escena de Sonata otoñal para explicarle sus razones. Lo hizo para llamar su atención, ya que desde chiquita se sentía insignificante frente a su madre, que sacrificó todo por su carrera, incluyendo su hija.
Victoria le recuerda la escena en la que Liv Ullmann, para complacer a su madre, pianista de renombre, al visitarla le toca al piano una sonata de Chopin. La madre, la gran Ingrid Bergman, se sienta al piano y toca ella la sonata para demostrarle a su hija que su interpretación no había sido buena y que sería mejor que no lo intentara de nuevo.Los eternos problemas madre-hija, aun cuando en Bergman son casi siempre problemas padre-hijo. En el cine del maestro sueco, las peores crueldades se experimentan siempre en el seno de la familia.

22 de noviembre de 2007

El cuento de la mano derecha e izquierda : The Night Of The Hunter (1955)

“Ah, little lad, you're staring at my fingers. Would you like me to tell you the little story of Right-hand, Left-hand? The story of good and evil? H-A-T-E. It was with this left hand that old Brother Cain struck the blow that laid his brother low. L-O-V-E. See these fingers, dear hearts? They has veins that run straight to the soul of man. The right hand, friends, the hand of love. Now watch, and I'll show you the story of life. These fingers, is always a-warring and a-tugging, one agin t'other. Now watch 'em! Old Brother Left-hand. Left hand hates a-fighting, and it looks like love's a goner. But wait a minute! Wait a minute! Love's a-winning! Yes, sirree! It's love that's won, and old Left-hand Hate is down for the count!"

Ben Harper (Peter Graves) acaba de asaltar un banco. Perseguido por la policía, llega a su casa donde encuentra jugando a sus pequeños hijos John (Billy Chapin) y Pearl (Sally Jane Bruce). Ben esconde el dinero, haciéndole jurar a John que nunca dirá donde está, ni siquiera a su madre Willa (Shelley Winters). Condenado a muerte, Ben comparte celda con Harry Powell (Robert Mitchum), un autodenominado predicador y asesino de mujeres, acusado por el robo de un vehículo, quien una noche escucha a su compañero que entre sueños revela la pista del botín, lo que lo conducirá a la casa de los Harper.

¿Cuántas veces hemos escuchado cuentos de hadas? Historias de la lucha del bien y del mal encarnados en personajes claramente antagónicos. En 1955, Charles Laughton nos contó uno escalofriante, fascinante: “The Night Of The Hunter”. Un relato negro situado en el contexto de la Gran Depresión Norteamericana, en el que los niños deambulan por las calles mendigando por un poco de pan y algunos padres aceptan ejercer trabajos viles por unas cuantas monedas para su familia.

El desolador panorama en que se encuentran los personajes, está cubierto por un halo fantástico que lo invade todo, quedando claro desde un inicio cuando en medio de un cielo estrellado aparece la figura de una anciana que cual hada nos introduce en el film. A partir de allí este carácter se manifiesta a través de toda la historia, más nítidamente en las escenas en que aparece el personaje de Harry Powell, quien se presenta por primera vez ante Pearl y John como una sombra enorme y amenazante en la habitación, precisamente cuando el pequeño le cuenta a su hermana una historia antes de dormir, como si se tratara del siniestro hombre del saco que tanto asusta a los niños.


Esta dimensión de ogro se ve reforzada sobre todo en la persecución a los pequeños. Cuando los protagonistas logran huir en medio de la noche, el “predicador” lanza un grito rabioso que más se asemeja al de una bestia que al de una persona. En su afán por encontrarlos seguirá el curso del río, lo que hace que los niños ni siquiera puedan descansar fuera de la barca. “Es que acaso nunca duerme”, dice John cuando escucha de madrugada el canto cada vez más cercano del villano.


Y ya que mencionamos el pasaje de la huida, es aquí donde también sentimos que estamos viendo las láminas de un libro de cuentos infantiles, claro que en blanco y negro. Los pequeños navegan dejándose arrastrar por un río de aguas tranquilas y brillantes, escuchamos a Pearl cantar dulcemente mientras se nos muestra a diversos animales que los observan. Un par de liebres, un sapo y una araña, parecieran querer recordarnos que los niños son parte de esa fauna que se caracteriza por su fragilidad.

En toda historia fantástica, los arquetipos son fundamentales. Miss Cooper (interpretada por Lillian Gish) es a quien vimos al empezar la película. Ella es la encarnación de la bondad, la que por sus virtudes y calidad moral es capaz de reconocer el mal a primera vista. Es la persona adulta que no cree en el histrionismo de Powell y por ende la única capaz de proteger y salvar a los niños - corderos indefensos del predicador – lobo.

La fiera acecha a sus presas, está de cacería. Como buen cazador elige un buen atuendo, el de un predicador. “¿Qué será ahora, señor?, quizás una viuda… No te importa que yo mate, después de todo tu libro está lleno de muertes…” dice Harry Powell mirando al cielo. Ese cielo donde encuentra la justificación perfecta para cometer sus delitos, revistiéndose de un aire de justiciero puro que en verdad oculta sus represiones y debilidades que son expuestas para el espectador en la escena del club nocturno.
Este personaje con esa voz grave, ese histrionismo, esas manos tatuadas con LOVE y HATE es magnético, demostrando que el mal puede seducir con facilidad. Robert Mitchum con su poderosa actuación hizo que Harry Powell se convirtiera en un villano emblemático para la historia del cine.

Laughton que planteó la película como una gran fábula de aristas sociales y morales se sirvió del contexto en que se sitúa la historia para denunciar que las verdaderas víctimas de la pobreza, los más desvalidos ante la maldad, son los niños pues son ellos quienes mendigan en grupo por el campo y que dependen totalmente de la protección de los adultos que generalmente se mantienen indiferentes, remitiéndonos a las novelas de Dickens, influencia notoria en el director también inglés.

Del mismo modo la crítica a un EEUU pacato, lleno de convencionalismos y con una hipocresía soterrada no se hace esperar. Poco después de la ejecución de Ben Harper, los puritanos vecinos de la viuda, no dejan de insistir en el hecho que Willa no puede seguir sin un esposo que la ayude a criar a sus hijos como buenos cristianos. Es por eso que apenas aparece el predicador, animan a la mujer para que vea en éste al reemplazo de Harper, refiriéndose a él como un mejor hombre. No obstante, cuando se descubre ante ellos la verdadera naturaleza de Powell luego de su detención, no dudan en ser los líderes de una turba que vocifera enloquecida mientras transcurre el juicio y que está dispuesta a lincharlo con hachas y palos en mano (lo que nos recuerda a “Furia” de Fritz Lang). ¿Dónde quedaron esos valores cristianos de los que hacían tanto alarde? El director no evita poner al descubierto esta doble moral, como si el pasaje de la Biblia con el que empieza la película, fuera en realidad el colofón de todo lo que hemos visto: “Recordad que por sus frutos los conocereis”.

Mención aparte merecen la fotografía de Stanley Cortez, con tintes claramente expresionistas, responsable de la atmósfera inquietante y de fantasía que se mantiene durante toda la película, así como la música de Walter Schumann que con esas notas grandilocuentes también colaboró a dar el clima de pesadilla infantil.

“The Night Of The Hunter”, fue la única experiencia como director de Charles Laughton, ese actor magnífico amado por Wilder y odiado por Hitchcock por la misma razón: excesiva pasión. Pasión que dejó fluir detrás de las cámaras en esta cinta que se conserva con la belleza y, por qué no, con la dureza del diamante más fino.