27 de diciembre de 2007

Ya salió el número 14 de godard!

Así es, ya está a la venta el último número de la revista Godard! que en esta edición presenta un contenido más que interesante. Podrán encontrar un dossier acerca de las mejores películas del 2007; un especial sobre la nueva película por estrenarse de Ridley Scott "American Gangster" además de un repaso de la figura del gangster en el cine; crónicas sobre los últimos festivales de Sitges y Valladolid; un homenaje a Ingmar Bergman y revisión de su extensa filmografía; celebración del centenario de Henri-Georges Clouzot (redactado por la que escribe); un ensayo sobre los 80 años de Metrópolis de Fritz Lang; la cinematografía underground brasileña; el arte de Pedro Costa; cine del interior; comentarios a los recientes estrenos de cartelera; etc. Es decir, lo mejor en este número 14 de Godard!

No dejen pasar la oportunidad de leerla. Pueden adquirirla en las principales librerías, kioscos y supermercados.

19 de diciembre de 2007

In This Together: Gun Crazy (1950)

“Don't you see, it's you and me against the world
We're in this together
You and me
One on one forever…”


“In this together” de Apoptygma Berzerk

El cine negro norteamericano nos ha ofrecido historias y personajes inolvidables, no obstante, pocas veces una película condensó a la perfección tanta pasión, locura y tragedia en una pareja de outsiders, desarrollando con maestría ese tópico que Luis Buñuel llamó amour fou, como “Gun Crazy” de Joseph H. Lewis en 1950.
Bien dijo el genio español: “El amour fou aisla a los amantes, hace que ignoren sus obligaciones sociales, rompe los lazos familiares ordinarios y, en último término, conlleva su destrucción. Este tipo de amor horroriza a la sociedad, la escandaliza profundamente. Y la sociedad utiliza todos los medios a su alcance para separar a esos amantes como lo haría con dos perros callejeros”.

La denominación de perros callejeros (sin un sentido peyorativo, claro) calza a la perfección con la pareja formada por Bart Tare (John Stall) y Annie Laurie Starr (Peggy Cummins), pues sólo unos animales pueden amarse tan rabiosamente y sin pudor alguno.


Bart Tare sintió desde pequeño una poderosa atracción por las armas, desarrollando una puntería envidiable. Sin embargo, ese sentimiento y destreza lo llevó de adolescente ante un tribunal por haber robado una pistola, siendo condenado a permanecer en un reformatorio hasta cumplir la mayoría de edad. Luego de esa estadía y un paso por el ejército, Bart vuelve a su pueblo con el afán de reencontrarse con su familia y viejos amigos, acudiendo con éstos últimos a una feria de atracciones en donde la guapísima Annie Laurie Starr presenta un espectáculo con armas que lo dejará fascinado. Un cruce de miradas será el comienzo de un final que no puede ser sino trágico.

El inicio de “Gun Crazy”, es ciertamente memorable. Bajo una lluvia intensa (notoriamente expresionista), se presenta la figura de un muchacho de apariencia frágil que con una mirada llena de pasión y ansiedad, contempla una pistola detrás del aparador de una tienda. No pudiendo más, rompe el vidrio y se hace de la pistola. En su huida de apenas unos metros, tropieza soltando el arma que se desliza sobre el asfalto húmedo hasta dar con los pies de un adulto, que resulta ser nada menos que un policía que lo ha visto todo. El pobre Bart ha caído y todo lo hace vislumbrar como un perdedor: el objeto de su deseo sólo se mantuvo instantes entre sus manos y la fuerza de la ley lo ha atrapado por un amor no consumado. Bart, el pobre Bart.

Esa misma pasión desaforada por las armas es la que sentirá por Annie, cuando la vea por primera vez, enfundada en sus pantalones apretados y manejando a su antojo un par de pistolas, ufanándose así de ser certera con los disparos. La pistola es el símbolo fálico por excelencia y una mujer tan segura de sí con un par de éstas en las manos, es una combinación perturbadora para cualquier hombre, pues es ella quien tiene el control de todo, incluso de la propia vida del amante. Si bien la carga sexual se mantiene durante toda la película, es en esta secuencia que se hace tan intensa que pareciera traspasar la pantalla.

Las femme fatale, esas criaturas hermosas y peligrosas son el elemento recurrente en el film noir. Por lo general, la imagen que se tiene de ellas es de seres insensibles, fríos y calculadores. Algunas como Phyllis Dietrichson (Double Indemnity) y Kathie Moffet (Out of the Past), cumplen a cabalidad esa premisa. No obstante, existen otras que en verdad están apasionadas por el amante, ese es el caso de Annie Laurie Starr, ella ama a Bart y quiere hacerlo feliz, quiere ser esa mujer que se queda en casa y espera a su esposo después de trabajar, pero también desea tener una vida holgada, llena de lujos que dice merecer y por la que no está dispuesta a esperar demasiado, todo lo quiere pronto, eso está en lo intrínseco de su naturaleza. Annie luchará, intentará vencerla como le dice a Bart antes de casarse: “…Bart, yo nunca fui muy buena, al menos, hasta ahora. No te estás llevando ninguna joyita. Pero, presiento que quiero ser buena. No sé, quizás no pueda, pero lo intentaré. Me esforzaré, Bart…”. Sin embargo, ya lo dijo la célebre Elsa Bannister en la obra maestra de Orson Welles que es “The lady from Shanghai”: “La naturaleza humana es eterna, por eso, quien la sigue la conserva hasta el final…”.

La resistencia de Annie no es suficiente y vencida arrastra con ella a Bart hacia el camino del crimen, asaltando y sembrando muerte a su paso. Para él, perdedor enamorado que por un episodio traumático de la infancia es incapaz de dispararle a un ser vivo, resulta imposible contener la furia y el impulso por matar de su amada, por la que ve aumentado su deseo al revelarse su naturaleza. Lo asusta; sin embargo, cada vez se hace imposible no ceder a sus exigencias. Ella tampoco puede estar separada de él, cada atraco es adrenalina pura. Están viviendo un amour fou y tal como dijera Buñuel la sociedad está horrorizada.

“Seguiremos juntos. No sé por qué. Quizás seamos como un arma y su munición, siempre juntos”, señala el protagonista, línea en la que ya se puede presentir la fatalidad que les espera. Siempre juntos sólo puede significar la muerte, ese es su destino y es ineludible. Este es el carácter del noir que tanto fascina y que los convierte en antihéroes. Joseph H. Lewis supo manejar ese elemento con maestría, llevándolo al clímax en la parte final en que los amantes se ven cercados como fieras rabiosas ante sus cazadores, en medio de un pantano brumoso (que nos remite inmediatamente a pasajes de “Sunrise” de F. W. Murnau). Annie, aún puede dar una última batalla. Bart ha claudicado y sólo espera su castigo. Ha sido tanto lo recorrido, que siente que por fin merecen paz y que esta vez, aunque con mucho dolor, si puede dispararle a alguien, por más que en ello se le vaya la vida.

Pieza de la que evidentemente se nutrió Arthur Penn para realizar “Bonnie & Clyde” en 1967, “Gun Crazy” es una joya que debe ser valorada en toda su dimensión y colocada en el sitial privilegiado que merece (a propósito de la lista realizada este año por el AFI), así como reconocer la importancia de un gran director como Joseph H. Lewis, quien fue capaz de hacernos vibrar con cada plano como pocos pudieron hacerlo.

12 de diciembre de 2007

Almodovar Director y Cinéfilo (II)

Continuando con las referencias fílmicas en el cine de Pedro Almodóvar, aquí va la segunda y última parte de "El Cine por Asalto":

10) KIKA

Peeping Tom (Michel Powell)

Un fotógrafo mata a sus modelos con un estilete incorporado a su trípode mientras filma la escena, y lo hace por el solo hecho de que lo que lo excita es poder capturar el rostro del miedo. Metáfora brillante sobre la voracidad de la cámara, el vampirismo de los focos que acechan a su presa: la star. El voyeur por excelencia.

La película no es sólo eso. Hay que verla. Powell es otro de los grandes maestros que no debemos olvidar.

The Prowler (Joseph Losey)

Es una película atípica en la carrera de Losey. Es una obra noir que trata de un culpable frente a sí mismo, frente a su conciencia. Una perspectiva sobre la culpabilidad que jamás había visto en ese género cinematográfico.

Un extracto de The Prowler aparece en Kika. Así, el personaje interpretado por Alex Casanovas, el marido de Kika, descubre la forma en que murió su madre. De nuevo el cine (aun a través de una pantalla de televisión) nos revela oscuros secretos que nos conciernen.

11) LA FLOR DE MI SECRETO

Ricas y famosas (George Cukor)

Al final de La flor..., Marisa Paredes hace referencia a Ricas y famosas. Como en la película de Cukor, están frente a una chimenea, beben, ambos son escritores que acaban de reconciliarse. Las dos versiones de Riches... son magníficas (sobre todo recuerdo la de Cukor). Mujeres, amigas, romances. Me interesa muchísimo la conjunción de estos tres elementos.

Wise Blood (John Huston)

Uno de los grandes fracasos de Huston, no por falta de calidad sino a causa de la atmósfera irrespirable de la novela en la que se inspiró, Sangre sabia, la de la escritora Flannery O’Connor. La vi cuando se estrenó y me encantaría verla de nuevo. Además, O’Connor, entre los escritores favoritos del personaje de Marisa Paredes (Amanda Gris), fue una gran novelista, fanática religiosa, enferma y torturada por sus propios demonios, dotada de un inmenso talento original.

12) CARNE TRÉMULA

Ensayo de un crimen (Luis Buñuel)

La película de Buñuel tiene múltiples resonancias en la mía. Ya de entrada, por una coincidencia grotesca, tres hombres armados se encuentran una noche en lo de Elena (Francesca Neri). Dos de ellos son policías, David y Sancho, el tercero es un adolescente errante perseguido por la mala suerte. En ese momento la televisión está trasmitiendo Ensayo... y cuando en la pantalla del televisor aparece el título, uno tiene la impresión de que es el título del siguiente capítulo dentro de mi película. Una violenta disputa estalla entre los tres hombres. Un disparo hiere al policía David (Javier Bardem) en la columna vertebral. Cuando Víctor (condenado a 6 años de prisión por un delito que no cometió), que sigue con atención lo que transmite la tele, descubre que David se convirtió en campeón de básquet en silla de ruedas y que se casó con Elena. Jura que cuando salga de prisión se vengará del hombre que robó seis años de su vida.

La culpa y el azar son dos elementos clave en la película de Buñuel (como en Carne trémula). El protagonista de Ensayo... cree tener el don de poder matar a quienquiera que sea nada más desearlo. Eso ocurre numerosas veces, pero lo que él ignora es que las muertes son puramente accidentales y que Buñuel, haciéndole un guiño al surrealismo, hace coincidir las muertes con el momento en que Archibaldo las desea.

Archibaldo se entrega a la policía, incriminándose de asesinatos que la policía no toma en serio. De nuevo, una falsa culpa con una vuelta de tuerca moral, muy de Buñuel.

Que el cielo la juzgue (John M. Stahl)

Es la película más brutal sobre la paranoia de los celos. Es también una película que logra unir dos géneros que me encantan y que parecen tan alejados y diferentes: el melodrama y el thriller.

13) TODO SOBRE MI MADRE

All about Eve (Joseph Leo Mankiewicz)
El título de Todo sobre mi madre viene del original de La malvada. Las dos hablan de mujeres y de actrices. Mujeres que se confiesan y mienten en el camarín de un teatro, transformado en un sancta sanctorum del universo femenino. Adoro cada imagen y cada palabra de esa película. Una máquina perfecta en todo sentido. Existe casi un subgénero de películas donde las heroínas y protagonistas son las mismas actrices. Siento una debilidad muy especial por ellas (Sunset Boulevard, Nace una estrella, La leyenda de Lylah Clare, ¿Qué pasó con Baby Jane?, California Suite, Dulce pájaro de juventud, Cantando bajo la lluvia, Fedora, Lo importante es amar, Dos semanas en otra ciudad, El desprecio, La dolce vita y Opening Night). Por eso dedico mi película a las actrices que en un momento dado tuvieron que interpretar a actrices. En especial a Bette Davis, Romy Schneider y Gena Rowlands.

Opening Night (John Cassavetes)


Ya confesé mi admiración por Cassavetes, actor y director. Esta película cuenta los problemas de una actriz alcohólica, que pierde la razón poco a poco. Sus conflictos con los hombres, las tensiones con la autora de la obra que representa y con el director durante los ensayos anteriores al estreno en Nueva York. (Jamás oculté que la escena del accidente del hijo de Cecilia Roth en Todo sobre mi madre estuvo inspirado en esta película.)Noche de estreno tiene una escena inolvidable y brutal sobre las relaciones de un director y sus actores. Estaba previsto que se levantara el telón a las 19, teatro colmado a no poder más, como siempre que hay un estreno en Nueva York. Sin embargo, Myrtle, la actriz principal (Gena Rowlands, incomparable, fantástica como nunca antes la había visto, representa de manera magistral el rol de borracha), no llegó todavía al teatro. Todo el mundo está desesperado. La función está por levantarse cuando llega la actriz con una curda monumental que le impide poner un pie delante del otro. Todos salen a ayudarla, le piden un café para ver si se repone. El director (Ben Gazzara) prohíbe que la toquen o que la ayuden. Myrtle se dirige a su camarín. Para llegar ahí debe recorrer un pasillo, que en su estado es una prueba tan difícil como caminar sobre una cuerda. En un gesto que parece de una crueldad sin nombre, el director exige que Myrtle vaya a su camarín caminando sola. Una vez allí le podrán llevar y dar todo el café y la ayuda que necesite. Myrtle acepta el desafío, como una sonámbula. En el camino cae varias veces al suelo, se golpea contra las paredes. Es casi un milagro que después de tantas caídas y golpes llegue finalmente a su camarín sin ninguna fractura.

Cuando el actor vive un infierno personal, aun cuando el mismo sea causado por el rol que debe interpretar, y el director hizo todo lo posible por ayudarlo, llega el momento en que el actor debe transitar ese largo pasillo interior, real travesía del desierto, y debe hacerlo solo. En ese momento el director se transforma –a pesar de él mismo– en un ser cruel y autoritario, pero no puede hacerlo de otra manera. ¡Es la regla del juego!

14) HABLE CON ELLA

Amanecer (F.W. Murnau)
De todas las películas mudas que había visto antes de El amante menguante, Amanecer es la que se correspondía mejor con mis intenciones. Incluso los cartones con las inscripciones en letra manuscrita me inspiraron. Un Murnau moderno e indispensable.

Animal Crackers (Victor Heerman)

Harpo se pasa toda la película persiguiendo a las jovencitas que se cruzan como si fuera un sátiro; y ellas, locas de contentas. La película termina con una escena muy loca donde un montón de gente se encuentra en el mismo lugar, jovencitas, notables, representantes del orden, los otros hermanos Marx y Harpo. El actor mudo de pelo ensortijado, como un diablito concupiscente, tiene en la mano uno de esos aparatos pulverizadores que se usaban en los años ‘50 para matar moscas. Rocía a la concurrencia con un gas soporífero, cayendo todo el mundo en un sueño profundo. Solamente Harpo permanece consciente. Observa la escena con delectación y percibe a un grupo de jóvenes mujeres adormecidas unas sobre otras. Sus ojos destellan deseo. Se acerca golosamente al grupo de jovencitas y uno cree que se va a aprovechar de la ocasión violándolas alegremente una tras otra mientras están inconscientes. Toma el pulverizador, lo vuelve contra sí, aspira el gas soporífero y cae en un sueño profundo sobre el montón de jóvenes. Lo que quería era sumergirse en su interior, continuar la persecución y jugar con ellas en lo más profundo de sus sueños.

Por más que sea abstracto y un poco surrealista, ilustra muy bien lo que Benigno, el enfermero de Hable con ella, desea hacer al final de la película, cuando se toma una gran cantidad de pastillas una tarde de lluvia. Quiere caer en un coma para poder unirse con Alicia, la joven de la que se ocupó durante cuatro años y de la que está enamorado.

Alicia entró en estado de coma después de un accidente de auto, una tarde de lluvia. De alguna manera, Benigno considera la lluvia como un buen augurio. Para él, la lluvia es una suerte de puente que conectaría el mundo real con el de las mujeres en coma. En ese mundo paralelo que él se creó, caer en coma es acompañar a su adorada Alicia en su sueño eterno, lejos del nuestro, el mundo real.

15) LA MALA EDUCACIÓN

La bestia humana (Jean Renoir) y La bestia humana (Fritz Lang)


Las dos estuvieron inspiradas en la novela de Emile Zola.

Pacto de sangre (Billy Wilder)
Wilder es otro de mis favoritos en todos los géneros: comedia, drama o thriller. En La mala educación, dos de los personajes entran a un cine donde se anuncia el próximo estreno de Pacto de sangre y están proyectando La bestia humana y Teresa Raquin (Carné). Cuando salen, uno de ellos comenta a propósito: “Es como si todas esas películas hablaran de nosotros”. Y ése es precisamente el caso. Los dos hombres, uno de los cuales sedujo al otro, vienen de cometer un crimen.
En las dos adaptaciones de Emile Zola, así como en Pacto de sangre, uno de los personajes es impulsado por el otro, a quien él ama perdidamente, a cometer un crimen con la ilusión de que ese crimen los unirá para siempre. Esta situación es el arquetipo de la película noir sentimental, fatalista y romántica. Quería usarlo en una de mis películas.

El círculo rojo (Jean Pierre Melville)
Nada que ver con los thrillers hechos hasta ese momento. El círculo... es una película noir austera y refinada, donde todos los personajes son implacables. La película habla de una partida de caza donde no hay lugar para las mujeres. Como en La mala educación, no hay más que hombres. Durante la gestación quise abordar el noir, pero en España no existe esa tradición. Sólo Francia ha cultivado el género sin pretender imitar los grandes thrillers americanos. De todos, Melville es quien representa la quintaesencia de la película noir a la francesa, y tiene a lo largo y a lo ancho del mundo émulos que van de Tarantino a Kitano.

Nadie fue tan lejos en la utilización del silencio. Es verdad, Antonioni y Bresson lo hicieron, pero forman parte de otro universo. Mencionar La bestia humana y ésta de Melville es mi homenaje al film noir francés.

16) VOLVER

Entre tantas otras cosas, en Volver hay un fantasma. No es una película de horror sino una comedia dramática. Los vivos y los muertos conviven sin fricciones. En cine, mis fantasmas preferidos no son los de los películas de horror. Prefiero definitivamente la manera en que Bergman o Buñuel tratan sus fantasmas: aparecen simplemente en pantalla sin efectos especiales. También me gusta mucho lo que hizo Hitchcock. Rebecca es la película de fantasmas por excelencia, o Vértigo. También pienso en una exquisita comedia de David Lean.

Un espectro travieso (David Lean)

Rex Harrison es un novelista casado en segundas nupcias, a quien se le aparece su difunta primera esposa para arruinarle la existencia con su segunda mujer. El escritor apela a un “especialista” (la deliciosa Margaret Rutherford, muy joven) para deshacerse de su fantasma. La película ganó un Oscar, casualmente por los efectos especiales que le dan al fantasma un tono verdoso cuando aparece.

30 de noviembre de 2007

Almodovar Director y Cinéfilo (I)

Hace un tiempo encontré este artículo en el que Pedro Almodóvar habla de sus películas y las referencias utilizadas en ellas, texto con el que demuestra que es un cinéfilo a tiempo completo. El artículo lleva por nombre “El Cine por Asalto” y fue publicado en la web del diario argentino Página 12 (www.pagina12.com.ar). Aquí va la primera parte:

Mis películas están colmadas de películas. Siempre hay un televisor donde pasan una, o un cine donde encontrar a mis personajes. Todas las películas que aparecen en las mías son meticulosamente elegidas, forman parte de la escenografía y juegan un rol activo. Mis pequeños robos no son meros homenajes a sus realizadores: me apropio de sus obras en beneficio de la historia que quiero contar.

Cuando voy al cine a ver una película que me interesa, sus imágenes se convierten en parte de mi vida, de mi experiencia, aun cuando yo no haya sido más que un simple espectador. Esta carta blanca hace la presentación de todas las películas que aparecen en las mías y explica las razones por las cuales las seleccioné. También hay algunas que tienen estrecha relación con mi filmografía, o que me sirvieron de referencia al momento de escribirlas o de rodarlas. Finalmente, hay otras que fueron escogidas simplemente porque adoraría verlas una y otra vez.

1) PEPI, LUCI, BOM Y OTRAS CHICAS DEL MONTÓN

Pink Flamingos (John Waters)
Para mí, es la mejor película de Waters. Y Pepi..., al igual que Pink..., es una película sin presupuesto, muy under en su acepción más exacta, y en la que lo desagradable es una cualidad sumamente presente. Pepi... estuvo muy influenciada por el movimiento pop americano de finales de los ‘70, por Warhol, Morrissey y Waters. En ese universo que era casi como un basural, la falta de presupuesto, así como las peculiaridades de los que encarnaban los distintos personajes, la mezcla de glamour y de miseria, de alegría de vivir y de espíritu suicida, produjeron obras muy vivas, extremadamente libres, abriendo camino a una inspiración que, años más tarde, los más jóvenes desarrollarían en la música. Pink Flamingos, por ejemplo, es una película que estuvo a la vanguardia del punk de ese entonces, imponiendo su estética y buena parte de su ideología.

Céline y Julie van en barco (Jacques Rivette)

Esta es una película sumergida en una atmósfera femenina, una suerte de historieta donde el azar es la lógica de la narración. La vi hace mucho tiempo y guardo un recuerdo no muy preciso. Pero intuitivamente la asocio con Pepi..., en donde la narración reemplaza a la historieta urbana y los personajes son trabajados como estereotipos.

2) LABERINTO DE PASIONES

Medianoche (Mitchell Leisen)

La verdad, el único punto de unión con Laberinto... es que las dos son comedias. Pero la película de Leisen es una perfecta ilustración de la screwball comedy. El mejor antídoto contra el aburrimiento.

¿Quién eres tú, Polly Magoo? (William Klein)

Así como podemos hacer una conexión entre Pepi... y el movimiento pop norteamericano en su versión más basura, Laberinto... encuentra sus raíces en el movimiento pop inglés de los años ‘60, los películas de Richard Lester con o sin Los Beatles, películas más ligeras y decorativas...

Polly Magoo es la quintaesencia del movimiento pop con una toma de conciencia. Es un universo complejo y muy visual que se coloca bajo una luz, la de la moda, en un momento en el que la moda era considerada una verdadera revolución. Polly Magoo es uno de esos raros retratos que existen sobre el mundo de la moda, su belleza, su fatuidad, su delirio, su comercio, su snobismo y la ingenuidad de las modelos. Ni siquiera es necesario verla entera para apreciarla. La fotografía en blanco y negro es impresionante: es todo menos banal. No por nada su realizador, William Klein, es un gran fotógrafo. Para mí, la película tiene un gran valor sentimental (sin hablar de la admiración que siento frente a la imagen y al montaje visionario, mezcla de cine vérité y cuento de hadas). Polly Magoo es una de las primeras películas que he visto en su versión original, ya que en la España de esa época, finales de los ‘60, estábamos condenados a ver las películas en versión doblada, ardid mediante el cual era más fácil censurarlas.

3) ENTRE TINIEBLAS

Narciso negro (Michael Powell)

Powell, solo o con Pressaburger, es uno de mis maestros. Para todas mis películas le pido al director de fotografía que tome como referencia la iluminación y la paleta de colores de la fotografía de Jack Cardiff.

Esa mujer (Mario Camus, con Sara Montiel)

Las aventuras de una monja. Violada por los nativos de una misión en Africa, termina como cantante en peringundines de mala muerte antes de conocer la gloria como artista. Melodrama hiperbólico, lleno de canciones, antología del kitsch español, al servicio de Sara Montiel, la estrella más grande de nuestro cine entre los años ‘50 y ‘70.

4) ¿QUE HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?

Los sobornados (Fritz Lang)

Me inspiré en esa joyita de Fritz Lang, la más noir de las películas noir, para el borrador de ¿Qué hecho yo...?

La influencia se ve en la publicidad para café, cuando Cecilia Roth recibe en pleno rostro una taza de líquido hirviente (su amante solícito le trae una taza de café a la cama, trastabilla accidentalmente con una de sus zapatos y manda la bandeja al diablo). En ¿Qué hecho yo...? no es más que un chiste, una parodia sobre la publicidad que hace volar en pedazos los “momentos íntimos” de las parejas. En Los sobornados no sólo los hombres y las mujeres se arrojan cosas sino que se pasan el café hirviendo por la cara al solo efecto de quemar al otro.
No tengo palabras para expresar mi admiración por el Lang mudo, su período alemán, y el posterior en lengua inglesa. Los sobornados es una película para verla mil veces. Es violenta, sexy y oscura como el alquitrán.

Wanda (Barbara Loden)
Mi película y ésta de Barbara Loden son retratos de mujeres y madres de familia completamente disfuncionales. Wanda es una mujer desprovista de instinto maternal. Es muy original como idea el elegir una heroína con características tan negativas. Ella es una de las más precisas definiciones de “ama de casa blanca deleznable” y el más emocionante retrato de una mujer a la deriva. El estilo de Loden nos remite a Cassavetes, otro de los realizadores insignia para mí. Además, Loden estuvo casada con Elia Kazan y encarnó uno de los personajes más interesantes de Fiebre en la sangre, película que me marcó en mi infancia. Es ese personaje con el que yo más me identificaba: oveja negra de la familia, ninfómana, adicta al alcohol, vive asfixiada por una familia rica y llena de prejuicios. Barbara Loden fue la rebelde sin redención posible.

Por otra parte, cuando en ¿Qué hecho yo...? la abuela y el nieto van al cine, van a ver precisamente Fiebre en la sangre: sin que se vean las imágenes de la película, uno escucha la voz de Warren Beatty, doblada al español, contando las bondades de la vida rural.

Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti)

Oscura epopeya de una familia que emigra a la ciudad en busca de prosperidad, como mi propia familia, como la familia de ¿Qué hecho yo...?, su lucha por sobrevivir, una madre de coraje inmenso, etcétera. Me golpeó la belleza de todos los hermanos; el pelo suelto de Claudia Cardinale, tan libre; la bondad y la inocencia de Delon, en los antípodas de su rol en A pleno sol o en Le cercle rouge; la lascivia de Annie Girardot en miniatura y su fuerza trágica. Creo que una de las escenas más violentas que recuerdo de mi infancia es cuando Renato Salvatori la mata en el campo. Otra sensación que recuerdo fue descubrir que un hombre con todas las de la ley (Roger Hanin) se podía sentir atraído por jovencitos (hasta ese entonces no había visto más que curas con tales inclinaciones). En ese momento descubrí que los jóvenes varones podían comerciar con su cuerpo como lo hacían las chicas. Todo eso provocaba en mí, que al fin de cuentas no era otra cosa que un muchachito católico, una mezcla de miedo y fascinación.

Además, la música de Nino Rota es grandiosa. Tomé algunas cosas para Entre tinieblas.

5) MATADOR

Duelo al sol (King Vidor)

Un western expresionista y desmedido en el cual todos los actores ensamblan salvo Lillian Gish (la única que había actuado en películas mudas, condición que la excusaría en parte de haber incurrido en gestos desmesurados).

Durante la primera parte, la película roza todo el tiempo lo ridículo, y la salva únicamente una fotografía magnífica y los excesos de intriga que nos remiten a los melodramas del período mexicano de Buñuel.

En la segunda parte, la película se redime; es como si fuera necesario soportar esa primera parte exagerada y kitsch para poder alcanzar el auténtico drama que viven los personajes, víctimas de ellos mismos, todo dentro de una espiral trágica digna de las mejores tragedias.

En Matador se ven las últimas imágenes de Duelo al sol para ilustrar mi teoría según la cual el cine habla del futuro del que lo hace y no de su pasado: el abrazo final de Duelo que se ve anuncia el destino de los dos héroes de Matador.

La heroína (Asumpta Serna) huye del torero que la persigue refugiándose en un cine. El entra detrás. Los dos permanecen parados, como hipnotizados, contemplando las imágenes de la película que se proyecta. En la pantalla pasan Duelo al sol. La película llega a su fin como la vida de los dos héroes. Después de herirse de muerte, Jennifer Jones y Gregory Peck logran juntar sus últimas fuerzas para arrojarse el uno contra el otro y fundirse en un último abrazo mortal. Ese abrazo final anuncia el destino de los dos héroes de Matador, quienes en ese momento preciso contemplan hipnotizados su propio final en la pantalla.

Pandora (Albert Lewin)

Desde que ideé el guión quería que Matador escapara del realismo y que tuviera ese aire de leyenda que se desprende de Pandora, una fábula sobre la mortalidad y la belleza. Tuve que volver a verla. El recuerdo que guardo es el de una película extraña, intrincada, con imágenes surrealistas (y toreros), y con uno de los flashbacks más largos y audaces de la historia del cine. Un flashback como ése destruiría la unidad de narración de cualquier película, sin embargo en Pandora se integra sin perjudicar la obra. Hago referencia al momento en el que James Mason cuenta por qué lo llaman el “Holandés volador”. El público de gusto sofisticado y maneras refinadas apreció la película de Lewin. En cuanto a los otros, deberían tratar de ir a verla de todas maneras.

El verdugo (Luis García Berlanga)

Es la mejor película sobre la pena de muerte (producida en plena dictadura franquista), realizada con el humor negro y la ternura propia de uno de los dúos más fecundos y geniales del cine español de los años ‘60/’70: Berlanga y el escritor Rafael Azcona.
Además de Buñuel, Berlanga es el único realizador español al que le reconozco influencia en mi obra...

6) LA LEY DEL DESEO

In a Lonely Place (Nicholas Ray)

El lazo que la une con La ley... es que las dos películas cuentan, entre otras cosas, la historia de un guionista que comete un error, destruye lo que más ama y se da cuenta demasiado tarde.

Ray aborda en esta película noir (verdadera obra maestra) un tema muy original: la ternura de los violentos, su inocencia, aun cuando hagan gala de su brutalidad. Esa fatalidad indisociable de cada uno de sus actos que los condena a destruir lo que más aman es lo único de lo que disponen en la vida.

Tengo una especial debilidad por las películas donde se ve una máquina de escribir y un hombre inclinado sobre el teclado. Desde El almuerzo desnudo de Cronenberg, donde la máquina de escribir se parece a un culo, hasta aquella película de Vincente Minnelli donde Judy Holliday encarna a una telefonista encargada de despertar a los clientes que lo requieren, entre los que se encuentra un escritor (Dean Martin), más interesado por las jovencitas que por las teclas de su máquina de escribir. O Ricas y famosas (ambas versiones), Julia de Fred Zinnemann o Barton Fink de los hermanos Coen, por citar algunas.

El nudo de In a Lonely Place es la culpa y el pésimo carácter de un macho celoso. Cuando trata ambos aspectos, Nicholas Ray desborda de talento y de tristeza. La película también nos dice que el amor no alcanza para salvar a la persona que amamos. Ni siquiera Gloria Grahame lo consigue.

L’homme blessé (Patrice Chéreau)

Nuevamente “el deseo” como fuerza interior que domina completamente a las personas.La película de Chéreau merece verse aunque más no sea para admirar la mirada famosa, curiosa y afligida de Jean-Hughes Anglade, así como el indómito objeto de su deseo, el maravilloso Vittorio Mezzogiorno. La película ganó el César al mejor guión original, ignoro si se hizo de otros premios. No la tenía en mente cuando hice La ley del deseo, pero es evidente que hay un parecido entre los dos películas. Esa pietà final hecha por dos hombres casi desnudos... Ambas ilustran de manera remarcable a personajes condenados por la pasión, antes de la época del sida.

7) MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS

La voz humana (uno de los dos fragmentos de "L´Amore", de Roberto Rossellini, con Anna Magnani)
En la película anterior a Mujeres..., Carmen Maura interpretaba un fragmento de La voz humana de Cocteau. Como adoré esa escena, quise que la película siguiente fuera mi versión personal de La voz... Escribí una adaptación libre del monólogo, pero me vi forzado a estirarlo un poco (el texto de Cocteau no dura más que una media hora) y finalmente salió el guión de Mujeres... El monólogo de Cocteau había desaparecido, y apenas habían quedado algunos elementos: una mujer desesperada pendiente del teléfono y una valija llena de ropa del amante que no llama. Y la voz. En mi historia, ambos protagonistas son actores de doblaje.

Johnny Guitar (Nicholas Ray)

El personaje de Carmen Maura debe ir a doblar escenas de Johnny Guitar, ella es la voz de la terrible Viena (Joan Crawford) y él la de Johnny Logan (el tierno Sterling Hayden). Mi intención no era rendirle homenaje a esa obra maestra de Nicholas Ray (aunque se lo merece, pero los homenajes gratuitos sobrecargan la narración) sino la de apropiarme de uno de los diálogos más románticos escritos para cine. Las célebres líneas: “Miénteme y dime que me esperaste todos estos años... Dime que estarías muerto si yo no hubiera vuelto... Dime que todavía me amas como lo hago yo”...

Carmen debe grabar su parlamento sola, ya que Iván (su amante) dejó grabada su parte sin esperarla. Ella escucha en los audífonos el sonido de la voz de su antiguo amante que le dice que no la olvidó, que la ama tanto como ella a él. Pero ella sabe que no son más que palabras grabadas en una cinta y que Iván no se las dirá jamás personalmente.

Poco importa el género que aborde, Nicholas Ray es siempre original. En este western ejemplar, dos de las armas son empuñadas por mujeres locas de amor.

Mujeres (George Cukor)
No solamente por el título. Cukor es un genio en el tratamiento de los personajes femeninos. Mujeres es una comedia exquisita. Una comedia sobre los hombres y las mujeres en la que no aparece ningún hombre y las mujeres están a sus anchas. Todas las actrices están formidables. Un excelente ejemplo que muestra que la guerra de los sexos no termina necesariamente a los tiros.

8) ¡ÁTAME!

Horas desesperadas (William Wyler)

Durante la filmación de Mujeres... estuve tentado en varias tomas de mostrar que todo no era más que parte de un decorado. Las vistas de Madrid desde la terraza eran ampliaciones fotográficas. Fue la primera película para la que rodé las escenas principales en el estudio y estaba fascinado por todo esa parafernalia. Esta pasión no me abandonó jamás. Algunas veces, el caos de los técnicos, de las máquinas, de las luces y de los cables alrededor de un gran proyecto es más expresivo que el proyecto en sí mismo.

Por eso decidí escribir un guión que se desarrollara en el estudio. Podría colocar la cámara donde quisiera, podría mostrar la belleza del revés del decorado. Por esa época vi Horas desesperadas. Tres truhanes (Humphrey Bogart es el jefe) se escapan de prisión y se refugian en la casa de una familia de clase media. Toman de rehenes a todos los miembros de la familia. Fue lo que me dio la idea. En mi primer intento, tres delincuentes se evaden de prisión y llegan por casualidad a un estudio donde acaba de terminar una filmación. Por primera vez tienen una hermosa casa para ellos solos, aunque más no sea un decorado de cartón. Todo es falso, pero es una buena imitación. A la noche, el equipo en pleno se dispone a festejar el fin del rodaje. Los malhechores se ven obligados a secuestrar a todos los miembros del equipo. Como suele pasar en el proceso de escribir, después de haber desarrollado la primera idea, de los tres truhanes no quedó más que uno (Antonio Banderas), quien sale de un centro psiquiátrico y decide raptar a una joven con la que estuvo enredado algunos años antes.

El resultado es ¡Atame!, un cuento de hadas romántico sobre la dificultad que tienen las parejas en convivir.

Los usurpadores de cuerpos (Don Siegel)

Aparte de ciertos casos aislados (Blade Runner, Encuentro cercanos del tercer tipo, Alien, Terminator), las películas de ciencia ficción de clase B de los años ‘50 eran mucho más impresionantes y daban mucho más miedo que las de hoy en día, que rebosan de efectos especiales y están desprovistas de emoción.
En una escena de ¡Atame! se ve el afiche de The Body Snatchers. No está allí por casualidad. El personaje que interpreta Victoria Abril es una ex actriz porno adicta a la heroína. Antonio Banderas la toma de rehén en su propia casa al creer que le abría la puerta a su vecino. En ese momento, Victoria rueda su primera película no porno. El realizador (Francisco Rabal) está enamorado de ella. Por otra parte, en la película que están filmando hay una escena alegórica a una brutal farsa por la cual el director trata en la ficción de liberarla de su adicción.

En Los usurpadores... plantas extraterrestres toman posesión del cuerpo de seres humanos mientras duermen. Se apropian de todo, salvo de sus emociones. Los cuerpos, después de haber sido clonados por semillas gigantes, tienen la misma apariencia física que antes, pero desprovistos de alma. Esas plantas en principio invaden una región y amenazan naturalmente con invadir el mundo. Los usurpadores... representa para mí una metáfora evidente de la heroína. He visto a muchos drogadictos transformados en cuerpos sin alma, los ojos apagados, el rostro sin expresión, muertos vivos como los body snatchers.

9) TACONES LEJANOS

Imitación de la vida (Douglas Sirk, con Lana Turner)

Historia de madres e hijas, blancas y de color. Hay mucho de la vida de Lana en la película, una madre y su hija que se disputan el mismo hombre, etcétera. El melodrama elegante es un género que me fascina. Marisa Paredes es una réplica de Lana Turner a mi manera. Douglas Sirk es otro de los realizadores que considero esenciales.

Sonata otoñal (Ingmar Bergman)

Victoria Abril está en prisión acusada de la muerte de su marido, amante también de su madre, diva de la canción. Cuando ésta última la visita y le pregunta por qué lo había hecho, Victoria usa una escena de Sonata otoñal para explicarle sus razones. Lo hizo para llamar su atención, ya que desde chiquita se sentía insignificante frente a su madre, que sacrificó todo por su carrera, incluyendo su hija.
Victoria le recuerda la escena en la que Liv Ullmann, para complacer a su madre, pianista de renombre, al visitarla le toca al piano una sonata de Chopin. La madre, la gran Ingrid Bergman, se sienta al piano y toca ella la sonata para demostrarle a su hija que su interpretación no había sido buena y que sería mejor que no lo intentara de nuevo.Los eternos problemas madre-hija, aun cuando en Bergman son casi siempre problemas padre-hijo. En el cine del maestro sueco, las peores crueldades se experimentan siempre en el seno de la familia.

22 de noviembre de 2007

El cuento de la mano derecha e izquierda : The Night Of The Hunter (1955)

“Ah, little lad, you're staring at my fingers. Would you like me to tell you the little story of Right-hand, Left-hand? The story of good and evil? H-A-T-E. It was with this left hand that old Brother Cain struck the blow that laid his brother low. L-O-V-E. See these fingers, dear hearts? They has veins that run straight to the soul of man. The right hand, friends, the hand of love. Now watch, and I'll show you the story of life. These fingers, is always a-warring and a-tugging, one agin t'other. Now watch 'em! Old Brother Left-hand. Left hand hates a-fighting, and it looks like love's a goner. But wait a minute! Wait a minute! Love's a-winning! Yes, sirree! It's love that's won, and old Left-hand Hate is down for the count!"

Ben Harper (Peter Graves) acaba de asaltar un banco. Perseguido por la policía, llega a su casa donde encuentra jugando a sus pequeños hijos John (Billy Chapin) y Pearl (Sally Jane Bruce). Ben esconde el dinero, haciéndole jurar a John que nunca dirá donde está, ni siquiera a su madre Willa (Shelley Winters). Condenado a muerte, Ben comparte celda con Harry Powell (Robert Mitchum), un autodenominado predicador y asesino de mujeres, acusado por el robo de un vehículo, quien una noche escucha a su compañero que entre sueños revela la pista del botín, lo que lo conducirá a la casa de los Harper.

¿Cuántas veces hemos escuchado cuentos de hadas? Historias de la lucha del bien y del mal encarnados en personajes claramente antagónicos. En 1955, Charles Laughton nos contó uno escalofriante, fascinante: “The Night Of The Hunter”. Un relato negro situado en el contexto de la Gran Depresión Norteamericana, en el que los niños deambulan por las calles mendigando por un poco de pan y algunos padres aceptan ejercer trabajos viles por unas cuantas monedas para su familia.

El desolador panorama en que se encuentran los personajes, está cubierto por un halo fantástico que lo invade todo, quedando claro desde un inicio cuando en medio de un cielo estrellado aparece la figura de una anciana que cual hada nos introduce en el film. A partir de allí este carácter se manifiesta a través de toda la historia, más nítidamente en las escenas en que aparece el personaje de Harry Powell, quien se presenta por primera vez ante Pearl y John como una sombra enorme y amenazante en la habitación, precisamente cuando el pequeño le cuenta a su hermana una historia antes de dormir, como si se tratara del siniestro hombre del saco que tanto asusta a los niños.


Esta dimensión de ogro se ve reforzada sobre todo en la persecución a los pequeños. Cuando los protagonistas logran huir en medio de la noche, el “predicador” lanza un grito rabioso que más se asemeja al de una bestia que al de una persona. En su afán por encontrarlos seguirá el curso del río, lo que hace que los niños ni siquiera puedan descansar fuera de la barca. “Es que acaso nunca duerme”, dice John cuando escucha de madrugada el canto cada vez más cercano del villano.


Y ya que mencionamos el pasaje de la huida, es aquí donde también sentimos que estamos viendo las láminas de un libro de cuentos infantiles, claro que en blanco y negro. Los pequeños navegan dejándose arrastrar por un río de aguas tranquilas y brillantes, escuchamos a Pearl cantar dulcemente mientras se nos muestra a diversos animales que los observan. Un par de liebres, un sapo y una araña, parecieran querer recordarnos que los niños son parte de esa fauna que se caracteriza por su fragilidad.

En toda historia fantástica, los arquetipos son fundamentales. Miss Cooper (interpretada por Lillian Gish) es a quien vimos al empezar la película. Ella es la encarnación de la bondad, la que por sus virtudes y calidad moral es capaz de reconocer el mal a primera vista. Es la persona adulta que no cree en el histrionismo de Powell y por ende la única capaz de proteger y salvar a los niños - corderos indefensos del predicador – lobo.

La fiera acecha a sus presas, está de cacería. Como buen cazador elige un buen atuendo, el de un predicador. “¿Qué será ahora, señor?, quizás una viuda… No te importa que yo mate, después de todo tu libro está lleno de muertes…” dice Harry Powell mirando al cielo. Ese cielo donde encuentra la justificación perfecta para cometer sus delitos, revistiéndose de un aire de justiciero puro que en verdad oculta sus represiones y debilidades que son expuestas para el espectador en la escena del club nocturno.
Este personaje con esa voz grave, ese histrionismo, esas manos tatuadas con LOVE y HATE es magnético, demostrando que el mal puede seducir con facilidad. Robert Mitchum con su poderosa actuación hizo que Harry Powell se convirtiera en un villano emblemático para la historia del cine.

Laughton que planteó la película como una gran fábula de aristas sociales y morales se sirvió del contexto en que se sitúa la historia para denunciar que las verdaderas víctimas de la pobreza, los más desvalidos ante la maldad, son los niños pues son ellos quienes mendigan en grupo por el campo y que dependen totalmente de la protección de los adultos que generalmente se mantienen indiferentes, remitiéndonos a las novelas de Dickens, influencia notoria en el director también inglés.

Del mismo modo la crítica a un EEUU pacato, lleno de convencionalismos y con una hipocresía soterrada no se hace esperar. Poco después de la ejecución de Ben Harper, los puritanos vecinos de la viuda, no dejan de insistir en el hecho que Willa no puede seguir sin un esposo que la ayude a criar a sus hijos como buenos cristianos. Es por eso que apenas aparece el predicador, animan a la mujer para que vea en éste al reemplazo de Harper, refiriéndose a él como un mejor hombre. No obstante, cuando se descubre ante ellos la verdadera naturaleza de Powell luego de su detención, no dudan en ser los líderes de una turba que vocifera enloquecida mientras transcurre el juicio y que está dispuesta a lincharlo con hachas y palos en mano (lo que nos recuerda a “Furia” de Fritz Lang). ¿Dónde quedaron esos valores cristianos de los que hacían tanto alarde? El director no evita poner al descubierto esta doble moral, como si el pasaje de la Biblia con el que empieza la película, fuera en realidad el colofón de todo lo que hemos visto: “Recordad que por sus frutos los conocereis”.

Mención aparte merecen la fotografía de Stanley Cortez, con tintes claramente expresionistas, responsable de la atmósfera inquietante y de fantasía que se mantiene durante toda la película, así como la música de Walter Schumann que con esas notas grandilocuentes también colaboró a dar el clima de pesadilla infantil.

“The Night Of The Hunter”, fue la única experiencia como director de Charles Laughton, ese actor magnífico amado por Wilder y odiado por Hitchcock por la misma razón: excesiva pasión. Pasión que dejó fluir detrás de las cámaras en esta cinta que se conserva con la belleza y, por qué no, con la dureza del diamante más fino.

30 de octubre de 2007

A propósito de Deborah Kerr – The Innocents de Jack Clayton

“Otra vuelta de Tuerca” de Henry James es una de las mejores novelas de terror psicológico que se hayan escrito. De ella, se hicieron muchas adaptaciones para cine y televisión, no obstante la más célebre, la que realmente capturó toda la ambigüedad, el desconcierto y el clima escalofriante de la trama, fue la que realizó Jack Clayton en 1961 con el título de “The Innocents”.

En esta versión, Clayton nos presentaba a una Deborah Kerr madura (en ese momento con 40 años) haciendo el papel de Miss Giddens, una institutriz puritana que llega a la mansión de Bly para educar y velar por los hermanos Flora y Miles, huérfanos de padre y madre, quienes se encuentran a cargo de su tío, un millonario soltero que vive en la ciudad y que no se interesa por ellos más que por su manutención.

El lirismo del campo y el lujo de la mansión es la combinación ideal para alguien como Miss Giddens que por primera vez sale de su provincia. Mezcla los paisajes que añora con el boato que nunca gozó siendo hija de un clérigo. Todo se presenta maravillosamente. Flora es una niña bella y encantadora. Mrs. Grose, el ama de llaves, es una persona amable ¿Cómo puede ser tan perfecto?

Es que no existe nada que se puede calificar de ese modo. Bly tiene un pasado negro no tan lejano que amenaza la paz de Miss Giddens. Ella está reemplazando el lugar dejado por la anterior institutriz (Miss Jessel) quien se suicidara meses antes y que fuera tan querida por Flora. Además, el encargado de la casa Peter Quint tan cercano a Miles, murió en circunstancias extrañas poco antes del suicidio de Miss Jessel. Y eso no es poca cosa.

Mientras tanto, Flora se va revelando como una niña extraña, particular. Sonríe extasiada mientras ve a una araña comerse una mariposa y canta recurrentemente una canción sobre un amante que no volverá.

A esto se suma el inesperado retorno de Miles a Bly. Expulsado del internado por “conducta inmoral” (dentro de lo relativo y subjetivo del término), es otra criatura aún mas celestial que Flora. Pero también el responsable del inicio del terror para la institutriz, que desde su llegada, empieza a observar conductas extrañas – más bien perversas - en los niños, al mismo tiempo que se topa con las apariciones de un hombre y una mujer que identifica como los fantasmas de los fallecidos Peter Quint y Miss Jessel.

La mansión victoriana donde se ambienta la acción, juega un rol muy significativo, aumentando el clima gótico de la trama. Con sus extensos corredores, numerosas habitaciones y amplios jardines es ideal para el sobresalto que nos puede esperar tras una puerta chirriante; el viento que azota una ventana o la visión de alguna sombra desconocida en medio del campo cuando se cree estar solo.

De otro lado, es bien sabido que el terror no sólo proviene de lo aparentemente monstruoso, sino de aquello que se esconde hábilmente detrás de una máscara de belleza y aire angelical. La sonrisa de un niño también puede ser aterradora. Sin embargo, no hay nada más escalofriante que tener la certeza que la maldad está ante tus ojos y los demás no puedan verla. ¿Es que acaso no quieren hacerlo? o ¿Es que realmente no existe y sólo son tus demonios interiores que se hacen palpables?

Jack Clayton nos sumerge en la historia planteando estas dos cuestiones y lo hace registrando de cerca los rostros de los protagonistas para que así podamos percibir más intensamente sus emociones. A través de un lenguaje sugerido, cada gesto o movimiento cuenta para que hagamos una interpretación personal de lo que en verdad ocurre, aunque sea imposible evitar la sensación de desconcierto que también deja la novela de James, siendo ese el gran acierto de la película. Clayton no nos da su lectura, no toma parte. Miss Giddens puede ser víctima o victimaria. Miles y Flora pueden ser perversos y estar poseídos por los fantasmas, como bien ser unos pobres niños presas de la paranoia de la institutriz. Depende de cómo se quiera mirar, de cómo se interprete.

Y es que en The Innocents no existen explicaciones que valgan, resultando otra vuelta de tuerca en los films de terror, y eso es algo muy valioso.