22 de junio de 2009

12:08 Al este de Bucarest (2006) de Corneliu Porumboiu

Como hizo el año pasado la ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, 4 meses, 3 semanas y 2 días de Cristian Mungiu, la cinta rumana 12:08 Al este de Bucarest llegó para inyectar nuestra cartelera de buen cine. Corneliu Porumboiu revisita uno de los pasajes más importantes de la historia de su país - la caída del dictador Ceaucescu - a través de los recuerdos de dos autoproclamados héroes de la revolución que son invitados a participar en un programa conducido por el propietario de una pequeña estación televisiva.

Pero antes de pasar a la emisión del programa en si, Porumboiu nos sitúa en la vida de estos tres personajes. Cada uno en su mediocre cotidianeidad: un profesor que gasta su sueldo en deudas de alcohol y vive de prestado; un anciano que acepta vestir un remendado disfraz de Papá Noel porque no tiene mayor ocupación y un dueño de canal de televisión que persigue a sus invitados sin éxito. Ellos se movilizan en medio de una ciudad gris de edificios destartalados. Esos son los rezagos de la tan mentada revolución y tales son sus herederos.

Cuando llega el momento de abordar el pasado, casi todo se torna rocambolesco. El recuento de lo sucedido el 22 de diciembre de 1989 no tiene nada de solemne y si mucho de sesión catártica en la que se van desenfundando las frustraciones de un población. La memoria de los ciudadanos acerca del acto histórico, se aleja de la ensoñación para dar paso al más seco realismo, al humor proveniente de las situaciones más inimaginables. Asimismo, el director pone énfasis en la multiplicidad de encuadres inexpertos, temblorosos que resaltan el ambiente de paradoja de una discusión en la que los "héroes" le dan la espalda al mito para defender su honorabilidad desde el banquillo de acusados en que los ha colocado Porumboiu.

12:.08 Al este de Bucarest, también es un filme sobre la melancolía. Desde el anciano que recuerda más la fecha en cuestión como aquella en la que peleó con su espeosa fallecida, hasta las expectativas de un pueblo que espero demasiado de una revolución que hoy solo figura en los libros de historia. Porque para ellos la vida sigue con sus propios dramas y no hay lugar para el idealismo. Porque tras la violencia desatada en ese día de diciembre, no les quedó más que disfrutar de la nieve y festejar la navidad.