19 de diciembre de 2007

In This Together: Gun Crazy (1950)

“Don't you see, it's you and me against the world
We're in this together
You and me
One on one forever…”


“In this together” de Apoptygma Berzerk

El cine negro norteamericano nos ha ofrecido historias y personajes inolvidables, no obstante, pocas veces una película condensó a la perfección tanta pasión, locura y tragedia en una pareja de outsiders, desarrollando con maestría ese tópico que Luis Buñuel llamó amour fou, como “Gun Crazy” de Joseph H. Lewis en 1950.
Bien dijo el genio español: “El amour fou aisla a los amantes, hace que ignoren sus obligaciones sociales, rompe los lazos familiares ordinarios y, en último término, conlleva su destrucción. Este tipo de amor horroriza a la sociedad, la escandaliza profundamente. Y la sociedad utiliza todos los medios a su alcance para separar a esos amantes como lo haría con dos perros callejeros”.

La denominación de perros callejeros (sin un sentido peyorativo, claro) calza a la perfección con la pareja formada por Bart Tare (John Stall) y Annie Laurie Starr (Peggy Cummins), pues sólo unos animales pueden amarse tan rabiosamente y sin pudor alguno.


Bart Tare sintió desde pequeño una poderosa atracción por las armas, desarrollando una puntería envidiable. Sin embargo, ese sentimiento y destreza lo llevó de adolescente ante un tribunal por haber robado una pistola, siendo condenado a permanecer en un reformatorio hasta cumplir la mayoría de edad. Luego de esa estadía y un paso por el ejército, Bart vuelve a su pueblo con el afán de reencontrarse con su familia y viejos amigos, acudiendo con éstos últimos a una feria de atracciones en donde la guapísima Annie Laurie Starr presenta un espectáculo con armas que lo dejará fascinado. Un cruce de miradas será el comienzo de un final que no puede ser sino trágico.

El inicio de “Gun Crazy”, es ciertamente memorable. Bajo una lluvia intensa (notoriamente expresionista), se presenta la figura de un muchacho de apariencia frágil que con una mirada llena de pasión y ansiedad, contempla una pistola detrás del aparador de una tienda. No pudiendo más, rompe el vidrio y se hace de la pistola. En su huida de apenas unos metros, tropieza soltando el arma que se desliza sobre el asfalto húmedo hasta dar con los pies de un adulto, que resulta ser nada menos que un policía que lo ha visto todo. El pobre Bart ha caído y todo lo hace vislumbrar como un perdedor: el objeto de su deseo sólo se mantuvo instantes entre sus manos y la fuerza de la ley lo ha atrapado por un amor no consumado. Bart, el pobre Bart.

Esa misma pasión desaforada por las armas es la que sentirá por Annie, cuando la vea por primera vez, enfundada en sus pantalones apretados y manejando a su antojo un par de pistolas, ufanándose así de ser certera con los disparos. La pistola es el símbolo fálico por excelencia y una mujer tan segura de sí con un par de éstas en las manos, es una combinación perturbadora para cualquier hombre, pues es ella quien tiene el control de todo, incluso de la propia vida del amante. Si bien la carga sexual se mantiene durante toda la película, es en esta secuencia que se hace tan intensa que pareciera traspasar la pantalla.

Las femme fatale, esas criaturas hermosas y peligrosas son el elemento recurrente en el film noir. Por lo general, la imagen que se tiene de ellas es de seres insensibles, fríos y calculadores. Algunas como Phyllis Dietrichson (Double Indemnity) y Kathie Moffet (Out of the Past), cumplen a cabalidad esa premisa. No obstante, existen otras que en verdad están apasionadas por el amante, ese es el caso de Annie Laurie Starr, ella ama a Bart y quiere hacerlo feliz, quiere ser esa mujer que se queda en casa y espera a su esposo después de trabajar, pero también desea tener una vida holgada, llena de lujos que dice merecer y por la que no está dispuesta a esperar demasiado, todo lo quiere pronto, eso está en lo intrínseco de su naturaleza. Annie luchará, intentará vencerla como le dice a Bart antes de casarse: “…Bart, yo nunca fui muy buena, al menos, hasta ahora. No te estás llevando ninguna joyita. Pero, presiento que quiero ser buena. No sé, quizás no pueda, pero lo intentaré. Me esforzaré, Bart…”. Sin embargo, ya lo dijo la célebre Elsa Bannister en la obra maestra de Orson Welles que es “The lady from Shanghai”: “La naturaleza humana es eterna, por eso, quien la sigue la conserva hasta el final…”.

La resistencia de Annie no es suficiente y vencida arrastra con ella a Bart hacia el camino del crimen, asaltando y sembrando muerte a su paso. Para él, perdedor enamorado que por un episodio traumático de la infancia es incapaz de dispararle a un ser vivo, resulta imposible contener la furia y el impulso por matar de su amada, por la que ve aumentado su deseo al revelarse su naturaleza. Lo asusta; sin embargo, cada vez se hace imposible no ceder a sus exigencias. Ella tampoco puede estar separada de él, cada atraco es adrenalina pura. Están viviendo un amour fou y tal como dijera Buñuel la sociedad está horrorizada.

“Seguiremos juntos. No sé por qué. Quizás seamos como un arma y su munición, siempre juntos”, señala el protagonista, línea en la que ya se puede presentir la fatalidad que les espera. Siempre juntos sólo puede significar la muerte, ese es su destino y es ineludible. Este es el carácter del noir que tanto fascina y que los convierte en antihéroes. Joseph H. Lewis supo manejar ese elemento con maestría, llevándolo al clímax en la parte final en que los amantes se ven cercados como fieras rabiosas ante sus cazadores, en medio de un pantano brumoso (que nos remite inmediatamente a pasajes de “Sunrise” de F. W. Murnau). Annie, aún puede dar una última batalla. Bart ha claudicado y sólo espera su castigo. Ha sido tanto lo recorrido, que siente que por fin merecen paz y que esta vez, aunque con mucho dolor, si puede dispararle a alguien, por más que en ello se le vaya la vida.

Pieza de la que evidentemente se nutrió Arthur Penn para realizar “Bonnie & Clyde” en 1967, “Gun Crazy” es una joya que debe ser valorada en toda su dimensión y colocada en el sitial privilegiado que merece (a propósito de la lista realizada este año por el AFI), así como reconocer la importancia de un gran director como Joseph H. Lewis, quien fue capaz de hacernos vibrar con cada plano como pocos pudieron hacerlo.

5 comentarios:

Rey Nova dijo...

Saludos...

¡¡¡Felices fiestaaasss¡¡¡

Leny Fernández dijo...

Oh, muchas gracias...

Igualmente... Que la pases muy bien...

Saludos

Leny

La Tirana dijo...

http://www.latirana.es/actividades/cine/indexcine.htm

La Tirana dijo...

http://www.latirana.es/actividades/cine/indexcine.htm

La Tirana dijo...

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